- La Comisión Europea supedita la futura apertura de negociaciones para la adhesión a una transformación del país para acercarlo a los estándares europeos
AGENCIAS. La futura Ucrania, en paz y con un Estado acorde a los estándares democráticos occidentales, tendrá un hueco en la Unión Europea, según la recomendación aprobada este viernes por la Comisión Europea. El organismo presidido por Ursula von der Leyen concluye que debe aceptarse la candidatura del país al ingreso en el club comunitario, una decisión que deberán tomar los líderes europeos en la cumbre de la semana que viene. A cambio, Bruselas exige al gobierno de Volodímir Zelenski una serie de reformas tan profundas que, de llevarse a cabo, transformarán el país y lo alejarán definitivamente de Rusia. Solo entonces podrán comenzar las negociaciones de adhesión, que es el siguiente paso hacia la UE. Moldavia, que se ha colocado a rebufo de Kiev, también obtiene el reconocimiento de su candidatura al ingreso, mientras que Georgia se descuelga del grupo y tendrá que conformarse con una vaga promesa de que se tendrán en cuenta sus aspiraciones para el futuro.
“Ucrania ha demostrado claramente su aspiración y determinación de adaptarse a la UE”, ha señalado Von der Leyen tras aprobarse los tres informes sobre Ucrania, Moldavia y Georgia. En el caso de Ucrania, la Comisión recomienda que el Consejo Europeo reconozca al país de Zelenski una perspectiva europea y le conceda el estatus de candidata a la adhesión a la UE.
Von der Leyen, vestida con blusa azul y chaqueta amarilla, los colores de la bandera ucrania, ha asegurado que sus veredictos llegan tras “un análisis muy cuidadoso de los méritos” de cada aspirante. Y que se ha examinado minuciosamente el cumplimiento de los criterios políticos y económicos requeridos para postularse para ingresar en la UE, así como la capacidad de cada país de ajustarse a la legislación desarrollada por el club comunitario durante más de 70 años.
El reconocimiento de la candidatura recibió este jueves el espaldarazo de Alemania, Francia e Italia, cuyos líderes escenificaron su apoyo durante un encuentro con Zelenski en Kiev. Pero este primer paso hacia una lejana adhesión provoca cierta resistencia en socios como Holanda, Austria o Portugal. En unos casos porque consideran que el país no está en absoluto preparado para entrar en la órbita de la UE y, en otros, porque temen alentar una falsa esperanza en la población ucrania que devenga con el tiempo en frustración como ha ocurrido en Turquía.
El gobierno más temido por Bruselas es el del holandés Mark Rutte, claramente contrario a un compromiso firme con la vocación comunitaria de Kiev. Holanda incluso rechazó en un referéndum consultivo en 2016, dos años después de la primera agresión rusa contra territorio ucranio, la ratificación del acuerdo de asociación de la UE con Ucrania.
Bruselas confía, no obstante, en que se logre la unanimidad de los 27 durante el Consejo europeo del 23 y 24 de junio y para facilitar el acuerdo ha supeditado la apertura de negociaciones a la conclusión de una serie de reformas que pueden llevar años. El listado incluye medidas en el terreno judicial (como completar el número de magistrados del Tribunal Constitucional y del consejo general del Poder Judicial), en la lucha contra la corrupción (establecer órganos plenamente operativos) y aplicar a rajatabla la ley aprobada para controlar a los oligarcas. La Comisión también exige garantías del respeto a los derechos de las minorías (punto esencial para importante comunidad rusófona del país).
Von der Leyen ha asegurado que abordó todas esas reformas con el gobierno ucranio durante su reciente visita a Kiev. Y que Zelenski le aseguró que todas esas reformas son imprescindibles incluso si no se hubiera solicitado el ingreso en la UE.
Aun así, la cumbre se anticipa como tensa y difícil porque la recompensa a Zelenski obligará a hacer gestos hacia otros aspirantes al ingreso. Por un lado, el reconocimiento de la candidatura a Moldavia y la concesión de una perspectiva europea a Georgia. Y por otro, un impulso a las negociaciones de adhesión con los países de los Balcanes, Albania y Macedonia del Norte, que ni siquiera han logrado comenzarlas. “Sin duda, hoy es un día histórico para los pueblos de Ucrania, Moldavia y Georgia”, ha señalado Von der Leyen. “Estamos confirmando que pertenecen, en su debido momento, a la Unión Europea”, ha añadido la presidenta del organismo comunitario.
Pero el premio gordo se lo lleva sin duda Zelenski. La guerra lanzada por el presidente ruso, Vladímir Putin, ha supuesto en Ucrania el fortalecimiento de una conciencia nacional como pocas veces en la historia del país. Y Bruselas quiere que la paz, cuando llegue, cuaje ese renacimiento en forma de un Estado libre de las lacras y carencias acumuladas bajo la tutela de Moscú, como la corrupción, el poder desmesurado de los oligarcas o la fragilidad de un Estado de derecho casi hecho añicos.
La nueva Ucrania cuenta desde hoy con el aval de la Comisión Europea para su candidatura a la adhesión de la UE, un primer paso más simbólico que real pero trascendental para un país necesitado de esperanza en medio de una agresión rusa que le ha arrebatado ya una parte del territorio.
La guerra en el este del país está causando cada día unos 100 muertos y hasta 300 heridos en el bando ucranio, según las estimaciones oficiosas que maneja EE UU. Y, según los expertos militares, el nivel de desgaste, también en el lado ruso, alcanza cotas similares a las de la I guerra mundial, uno de los conflictos más brutales y descabellados en la historia de la humanidad, que costó la vida a nueve millones de personas.
De la hecatombe de las dos guerras mundiales surgió una Europa próspera y protegida por Washington. Bruselas aspira a ejercer el mismo papel con una Ucrania cuya reconstrucción requerirá un ingente esfuerzo económico internacional, sobre todo, por parte de la UE. La perspectiva de una futura adhesión al club, aunque sea a muy largo plazo, puede servir de aliciente para una población ucrania golpeada sin cesar por Rusia desde 2014.
Pero el visto bueno de la Comisión es más un punto de partida que una meta. El reconocimiento no es un estatus legal, solo una etiqueta política. Y el siguiente paso, verdaderamente significativo, son el arranque de las negociaciones de adhesión, pero la Comisión lo supedita al cumplimiento por Kiev de un larga y complicada retahíla de reformas.
Fuentes comunitarias calculan que Ucrania tardará años en estar en condiciones de iniciar la negociación, una etapa en la que ya se encuentran otros cinco candidatos (Albania, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia y Turquía) aunque ninguno de ellos ha hecho progresos significativos.
Ucrania parte de una situación política, social y económica muy alejada de los estándares europeos. Su Producto Interior Bruto, 4.800 dólares en 2021, es la mitad que el de Bulgaria, el socio más pobre de la UE. Y el país de Zelenski se encuentra a la cola en casi todas las clasificaciones sobre calidad democrática, libertades y estado de derecho: desde el de Transparencia Internacional sobre corrupción, donde aparece en la posición 122 de 180 países, al del centro Freedom House de EE UU, que califica a Ucrania como “parcialmente libre” o el de ILGA-Europe sobre el respeto a los derechos de la comunidad LGTBI, donde figura en el número 39 de 49 países analizados.
De hecho, la candidatura de Ucrania parecía una quimera cuando Zelenski la planteó al inicio de la invasión rusa y cuando presentó la solicitud oficial el 8 de marzo. Pero el dirigente ucranio ha sabido ganarse el favor de la mayoría de los parlamentos europeos, con intervenciones a distancia en uno tras otro, y de las opiniones públicas, lo que ha reducido drásticamente el margen de maniobra de los Gobiernos de la UE para darle un no tajante.
Von der Leyen olfateó de inmediato el éxito de la cruzada de Zelenski y se puso de su lado: “Mi mensaje es claro, Ucrania pertenece a la familia europea”, aseguró la presidenta de la Comisión durante su primera visita a Kiev en plena guerra el pasado 8 de abril. La presidenta volvió a la capital Ucrania el pasado 11 de junio para cerrar las condiciones que acompañan el reconocimiento de la candidatura. Y, como viene siendo habitual durante su mandato, ha impuesto su criterio al resto de comisarios. “La presidencia ya tenía la decisión tomada incluso antes del debate de orientación que convocó el pasado lunes para debatir la candidatura”, señalan desde el gabinete de uno de los comisarios incómodo con el directorio de la alemana.