Por Dr. Jorge A. Lera Mejía, Investigador UAT, SNI-1.
El esquema de trabajadores migrantes en los Estados Unidos, en el que solo se contrataba a la gente para la realización de trabajos relacionados con el campo, quedó roto por lo menos cinco años a la fecha.
Incluso, después de que imperó más en las zonas agrícolas, donde los migrantes recolectaban tomate, naranja, hortalizas y otros productos se extendió del campo a los suburbios y grandes ciudades del lado americano. Ahora, predominan migrantes con mayor capacitación técnica y profesional, además suman mas los integrantes de las clases medias.
Lo anterior, ha permitido un crecimiento en el empleo del varón, tanto en las labores agrícolas, como en los sectores de la construcción, industria, comercio y los servicios; pero también, se involucran cada vez más la colaboración de sus esposas y familiares, al realizar actividades en restaurantes, hotelería, cuidando menores de edad, comercios e industria en general.
De acuerdo al resultado de un estudio realizado por economistas, se estableció que el crecimiento en el envío de remesas de Estados Unidos a México, es tan elevado que ya se cumplen más de 6 años, que se superó a lo que se conoce como inversión extranjera directa, generada por las empresas que vienen al país a invertir.
Aparte de ello, y conscientes de que las remesas no representan inversiones, por lo menos un 30 por ciento de la población en el país sobrevive directa o indirectamente de lo que envían en dólares sus familiares trabajando en los Estados Unidos.
Desafortunadamente, la elevada cantidad de remesas que se envía a México es de migrantes que se fueron de este país a los Estados Unidos ante la carencia de un empleo digno y remunerativo, como toda persona lo requiere. Además, que cada día afecta más la llamada primero, la fuga de mano de obra, y más reciente, fugas de cerebros y de capital humano. Esto representa una clara movilidad de fuentes laborales desde México al exterior, y al largo plazo significa la sangría de generaciones claves para la generación interna de la riqueza y el capital, que en menos proporción, se subsidia dicha sangría mediante remesas consideradas aportaciones solidarias reflejadas por la mediocridad de las políticas públicas hacia los emprendedores y los potenciales migrantes mexicanos por el gobierno federal.
Por lo citado, sí las remesas han sido la tabla de salvación de la economía de la 4a Transformación, pero a la vez, es una muestra de la incapacidad que ha mostrado este gobierno por no ofrecer a las generaciones de jóvenes mexicanos fuentes de empleo dignas en derecho laboral y con salarios dignos, tanto en cantidad como calidad, significando más y mejores empleos, formales y de corte de profesionales y técnicos.
En el peor de los casos, en lugar de disminuir el éxodo de personas al lado americano, la tendencia sigue creciendo, al grado de que las remesas sigue siendo el principal factor de soporte para más del diez por ciento de las familias en México, y el treinta por ciento de las personas, considerando 3 miembros de cada familia promedio.
Ahora bien, los éxodos renovados en tan solo cinco años, representan que a partir del actual gobierno federal, se volvió a romper el llamado «balance cero», considerando el número de emigrantes versus inmigrantes, que desde el año 2010 hasta el 2018, llegó a un equilibrio o cierta simetría. Por los crecientes flujos que además incluyen profesionistas y técnicos, por ello, más diásporas de las clases medias nacionales, se observan crecientes éxodos que se miden por lo siguiente «El número de mexicanos indocumentados detenidos por autoridades migratorias de la Agencia ICE y la Border Patrol, se incrementó de 309 mil 230 en 2020 a más de 823 mil 057 en el año 2022, esto es, un 166.2 por ciento más».
Dicho lo anterior, si se estima que la población mexicana al cierre del año 2022, se calcula por INEGI en más de 131 millones de personas.
Sumándose a la anterior población, las diásporas de mexicanos residentes legal o ilegalmente en los Estados Unidos, que se estiman, entre una población de casi 57 millones de latinos más del 63 por ciento es de origen mexicano, es decir, más de 38 millones de personas.
Significa que, 12 millones de personas nacidas en México, viven y trabajan en EUUU, a los que se agregan 26 millones de personas de segunda y tercera generación, hijos o nietos de mexicanos sin haber nacido en México, pero que, de acuerdo a la reforma al artículo 30 constitucional en materia de nacionalidad, publicada en el D.O. de la Federación del 17 de mayo de 2021, establece que son mexicanos por nacimiento los que nazcan en el extranjero, hijos de padres mexicanos, de madre mexicana o de padre mexicano. Agregando 26 millones de personas más a las 12 millones citadas. Sumando 38 millones de ciudadanos de las diásporas nacionales fuera del país.
Significa, que los mexicanos de primera hasta las terceras generaciones de mexicanos en EEUU, ya representan el 11 por ciento de la población norteamericana.
Más grave aún, los 38 millones de México Norteamericanos, representan más del 29 por ciento de la población mexicana que sigue residiendo en territorio nacional.
Estas diásporas son cada día más importantes, política y económicamente tanto en los EEUU como en México, representan un potencial de economía que se refleja en cerca del 60 por ciento del PIB nacional, y del 10 por ciento del PIB norteamericano.
Los mexicanos en Estados Unidos, incluidos los de segunda y tercera generación, contribuyen con 8 por ciento del PIB de Estados Unidos en 2012, mismo que creció a más del 10% en 2022 (Fundación BBVA Bancomer, 2012). 40% de las empresas del Fortune 500 fueron fundadas por inmigrantes de primera y segunda generación. Éstas crean 10 millones de empleos…