AGENCIAS. Israel volvió a bombardear objetivos de Hezbola en Líbano en la madrugada del martes, al día siguiente de intensos ataques que dejaron más de 500 muertos, avivando los temores a un conflicto regional cerca de un año después del inicio de la guerra en Gaza.
La Asamblea General de la ONU en Nueva York este martes estará dominada por el miedo a una guerra regional en Oriente Medio, tras la intensificación de la escalada militar entre el ejército israelí y el movimiento islamista proiraní Hezbola en Líbano.
Desde el inicio de la guerra en Gaza el 7 de octubre de 2023 tras el ataque de Hamas en suelo israelí, se producen casi a diario cruces de disparos entre el ejército israelí y Hezbolá, en apoyo a su aliado palestino, a lo largo de la frontera entre Israel y Líbano.
Pero el lunes se produjo la jornada más mortífera, cuando Israel bombardeó «unos mil 600 objetivos terroristas«, en el sur de Líbano y en el valle de Becá, en el este, bastiones de Hezbolá.
Al menos 558 personas murieron en esos ataques, entre ellas 50 niños y 94 mujeres, y mil 835 personas resultaron heridas, según un nuevo balance difundido el martes por el Ministerio de Salud libanés.
El ejército israelí aseguró que un «gran número» de miembros de la milicia proiraní murió en esos bombardeos.
El martes, las tropas israelíes volvieron a bombardear «decenas de objetivos de Hezbolá en numerosas áreas en el sur de Líbano», entre ellos infraestructuras y armamento del movimiento chiita, indicó un comunicado castrense.
Hezbolá lanzó nuevos disparos de misiles Fadi 2 hacia Israel y alcanzó posiciones militares cerca de Haifa, en el norte de Israel, entre ellos una «fábrica de explosivos» a unos 60 km de la frontera libanesa, así como en la ciudad de Kiryat Shmona.
Mientras tanto, decenas de miles de libaneses huyeron de las zonas bombardeadas desde el pasado 16 de septiembre, según la ONU, y se dirigieron a Sidón, la mayor ciudad del sur, o a Beirut. El pasado 17 de septiembre, numerosos coches estaban bloqueados en la carretera que lleva a la capital.
«Fue un día de terror», contó Thuraya Harb, una libanesa de 41 años refugiada cerca de Beirut, tras un viaje de ocho horas desde el sur.
«No quería irme, pero los niños tenían miedo y nos fuimos, con lo puesto», añadió.
El primer ministro libanés, Najib Mikati, denunció un «plan de destrucción» contra su país, donde las escuelas permanecerán cerradas el martes.
En un solo día, el ejército israelí «neutralizó decenas de miles de cohetes y municiones», afirmó el ministro de Defensa, Yoav Gallant, quien estimó que Hezbolá vivía «su semana más difícil desde su creación» en 1982.
Israel ya había avisado hace unos días que el centro de gravedad de la guerra en Gaza se iba a desplazar hacia el norte, para que la población que reside en el norte del territorio israelí pueda regresar.
Hezbolá prometió por su parte que continuará atacando Israel «hasta el final de la agresión en Gaza».
Las hostilidades entre Israel y Hezbolá se recrudecieron desde la ola de explosiones de dispositivos de comunicación del movimiento la semana pasada, atribuidas a Israel, que causaron 39 muertos, según las autoridades libanesas.
El pasado 20 de septiembre, un bombardeo israelí en la periferia sur de Beirut mató a 16 miembros de la fuerza de élite del movimiento proiraní, entre ellos su líder, Ibrahim Aqil.