JUSTA MEDIANÍA.
Por: David E. León Romero.
La productividad es una de las enormes aportaciones de los migrantes a la sociedad estadounidense. Con documentos o sin ellos, los migrantes, especialmente los mexicanos, han sido un elemento clave en la construcción de la economía más importante del mundo.
Más allá de las cifras y categorías con las que suele clasificarse a la población proveniente de otros países, el esfuerzo, la resistencia, la inteligencia, la creatividad y la capacidad, hacen del migrante, mujer y hombre, un eslabón fundamental en las cadenas productivas de los Estados Unidos.
Más allá de sus extraordinarios números y resultados, son los migrantes pieza clave para que las cosas sucedan y las tareas se lleven a cabo en distintos sectores de la economía. Concentrados primordialmente en dos sectores: el primario, dedicados a sembrar, mantener y cosechar los productos que día a día se consumen en cada rincón del territorio y que son exportados a múltiples puntos del globo; y el terciario, siendo parte de los diferentes servicios que se brindan en diversos establecimientos.
Es el migrante el que participa de la construcción de variados inmuebles, quien cosecha las manzanas y el algodón en las parcelas, y quien realiza tareas de intendencia y atención a los clientes en hoteles y restaurantes.
Probablemente sea la agricultura la actividad más visible donde hacen sentir sus efectos. Uno de los hallazgos que demuestra esta realidad, fue la Encuesta Nacional de Trabajadores Agrícolas, levantada por el Departamento del Trabajo, que arrojó que más del 40 por ciento de los empleados relacionados con dichas actividades, no contaban con un permiso oficial para ello, resaltando que, el número pudo haber sido mucho más abultado derivado del temor que los encuestados pudieron haber tenido al emitir sus respuestas.
La ausencia de esta gran fuerza de trabajo traería consigo una caída en la productividad, que se traduciría en un incremento en los costos de la mano de obra, misma que se se reflejaría directamente en los precios, aunado a los efectos provocados por la disminución en la oferta. Líderes empresariales han advertido las consecuencias que para los sectores productivos y para los consumidores se registrarán con el paso de los días.
Teniendo un grupo de mujeres y hombres con todas estas capacidades, que además de producir, aportan de manera muy importante al consumo, cuesta trabajo entender la postura de las autoridades estadounidenses. Sin lugar a dudas, las medidas que se están tomando en aquella nación responden principalmente a una lógica de seguridad, y no a una particularmente en contra de nuestros connacionales.
Desde la óptica económica, la mejor medida que podrían tomar las autoridades estadounidenses sería la de dar su lugar a estas mujeres y hombres que forman parte fundamental de los sectores productivos. Enviarlos a su país, además de mermar el desempeño económico, representa en muchos casos una política alejada del humanismo que tanto requiere el mundo actual.
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