COMENTARIO EDITORIAL Por Dr. Jorge A. Lera Mejía
Hablar de migración, codependencia y remesas y ligar esos temas a la sobrevivencia de las familias de los emigrados al quedar a expensas de recepción de esas solidarias remesas para vivir el día a día, nos conlleva al fenómeno social de la conocida como «codependencia».
En el libro Remesas del centro de Tamaulipas para el desarrollo Sustentable (Julio 14, 2015), se afirma que «El vínculo existente entre migración, remesas y desarrollo, se le ha dado en llamar ‘codesarrollo’ en Europa; por ello, en esta investigación el marco conceptual parte de la definición de desarrollo, posteriormente se analiza este concepto dentro de las teorías de migración y remesas como componente esencial del desarrollo en México y Tamaulipas. Finalmente, se introduce el colectivo de participación ciudadana de ‘clubes de migrantes tamaulipecos’, como redes sociales de ‘cogestión’ gestiones de obras comunitarias apoyadas con recursos de remesas de migrantes, conjuntamente con fondos de las instituciones gubernamentales mexicanas.
El término ‘codependencia’ se utiliza como juicio de valor, al ligar el codesarrollo, con los ingresos de remesas de los migrantes que son parte de la población más pobre del país y de Tamaulipas. De aquí la postura del ‘desarrollo sustentable’, al ser sostenido por capas sociales marginales que desplazan las funciones de las autoridades gubernamentales» (Lera, 2015).
Hoy sabemos que cerca del 10% de los mexicanos más pobres del país, sobreviven gracias a los envíos mensuales de remesas desde EEUU principalmente, que sumando a los subsidios del gobierno representan juntos, más de la mitad de los mexicanos más empobrecidos, gracias a lo cual, la suma de las remesas y los subsidios (transferencias) gubernamentales, el Coneval logró afirmar que entre 2020 a 2022, 5 millones de personas salieron de la pobreza patrimonial.
Como lo afirma Darinka Rodriguez (Julio 27, 2023) «Aunque el ingreso de los hogares se incrementó 11% entre 2020 y 2022, los más vulnerables tienen una mayor dependencia de transferencias no salariales», continúa comentando que «Los ingresos de los hogares más pobres de México están sujetos a las ayudas del exterior (remesas). De acuerdo con la edición 2022 de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), las transferencias, es decir, los apoyos del Gobierno, las remesas enviadas desde otros países y las becas, entre otros rubros, constituyen el 17.2% de los ingresos monetarios de los mexicanos, solo por debajo de los ingresos obtenidos por el trabajo».
https://elpais.com/autor/darinka-rodriguez-pacheco/
Datos recientes publicados por el CEMLA (2021), reconocen que «La explotación de los microdatos de la ENIF 2021, indican que 4,907,474 hogares mexicanos, fueron receptores de remesas». CEMLA https://www.cemla.org/foroderemesas/notas/2022-06-notas-de-remesas.pdf
Esta situación actual de codependencia entre las remesas y las transferencias gubernamentales, provocan afirmar que si bien, el Coneval e Inegi reportan que la pobreza disminuyó en México, los factores estructurales no han cambiado y eso da una resultante que, en realidad, lo que está cambiando es la forma como el gobierno administra la pobreza.
Al analizar el uso que los más pobres utilizan al gastar las remesas, nos encontramos que estas se emplean para «Los recursos recibidos, en su mayoría, se gastan en la satisfacción de necesidades básicas, en la adquisición de bienes de consumo duradero y en la compra y mejora de las viviendas; sólo una pequeña proporción se destina al ahorro o bien a la inversión productiva».
Lo que significa que son usados, junto a las transferencias gubernamentales, solamente para sobrevivir, y no se aprovechan para «consolidar el capital humano» -educación, ni para «proyectos productivos» -emprendedurismo.
Si ello fuera, entonces las remesas y las transferencias lograrían efectivamente «disminuir la pobreza» y con ello, disminuir la «codependencia».
CONCLUSIÓN: en México se tiene hoy día una real dependencia de la pobreza versus clientelismo político, al observar que el gobierno no apoya con programas productivos para auxiliar la salida de la pobreza, más bien el gobierno promueve las expulsiones de los más pobres, para con ello ampliar las aportaciones de esas diásporas desde el exterior en enviar remesas complementarias. Adicionalmente, el gobierno amplia las ayudas y las transferencias monetarias, pero por la vía de asistencias pasivas y no productivas, que, en lugar de ayudar a paliar la pobreza, finalmente la amplia y profundiza, por ser transferencias de la dependencia.
Para sellar más las conclusiones, termina afirmando Darinka Rodriguez (julio, 2023) que «En 2022, 46% de los hogares más pobres fueron beneficiarios de programas sociales que brinda el Gobierno mexicano, como la pensión del Bienestar a adultos mayores, o las becas Benito Juárez, pero la diferencia respecto de hogares más ricos (decil X) es de 25 puntos porcentuales, ya que el 21% de ellos reporta ser beneficiario, de acuerdo con el análisis de Jaramillo-Molina. “Es gravísimo cuando vemos el monto de las transferencias promedio mensuales per cápita, el Gobierno le está transfiriendo casi 4 veces más a cada persona de hogares más ricos, 886 en promedio por persona al decil X y 224 pesos promedio por persona al decil I”, indica el académico».
Con lo anterior, además de concluir que las remesas y las transferencias, amplían más la brecha de la desigualdad entre pobres y ricos, estas brechas se dan aún más, porque los programas sociales realmente se destinan más a las clases medias que a la población más desprotegida…